Orellas de Entroido

Además de las filloas, en Galicia tenemos otro dulce tradicional: las orellas de Entroido o, en español, orejas de Carnaval. Hace años, cuando yo era pequeña, nos disfrazábamos de choqueiros, que es la palabra gallega para describir a las personas que van disfrazadas con ropa vieja o usada (de anciano, obrero, monstruo... todo con lo que se tenga en casa sin comprar nada y a cara cubierta) e íbamos por las casas a pedir caramelos, filloas y orellas, por lo que todas las familias hacían bandejas enormes para repartir entre todos los que llamaban a su timbre. Supongo que a día de hoy, aunque se hayan perdido estas cosas, otras se mantienen, porque en todas las casas hacen kilos de orellas vayan o no vayan a pedir. Y se comen todas.



Hay muchas recetas de orellas por el mundo, pero en casa las que nos gustan son algo gorditas, sin crujir, y sin estar embadurnadas de azúcar. Normalmente se hacen sin azúcar, normales, y luego los demás se lo ponen porque la que huye del dulce soy yo, pero vamos, podéis hacer las típicas y cubrirlas en plan churro (que, por curiosidad, tampoco como con azúcar).

Ingredientes:
2 huevos
1 chorrito generoso de anís
500gr de harina
1 pizca de sal
1 bote de nata para cocinar
15gr de azúcar
Rayadura de limón
1 sobre de levadura química
**Nota: para hacerlas crujientes hay que eliminar la levadura y añadir 3/4 de vaso de agua templada

Preparación:
Ponemos en un molde la harina, y en el centro, como un volcán invertido, ponemos los ingredientes para amasarlos con la mano. Podéis hacerlo con amasadora, pero como yo no tengo os digo cómo es a mano. Vamos mezclando todo bien, amasando bien con las manos y con paciencia, hasta que todos los ingredientes estén perfectamente integrados y la masa se despegue de las manos, un proceso que os llevará unos 5-10 minutos. La masa que obtendréis tendrá un aspecto ligeramente graso.
Preparamos una sartén con abundante aceite y empezamos a calentarla. A continuación, en una superficie lisa, ponéis un poco de aceite y lo extendéis bien, ya que tendremos que estirar la masa ahí. Untamos también el rodillo con aceite, y estiramos la masa. Si las queréis crujientes tendréis que dejar la masa lo más fina posible, si no el grosor debe ser más o menos de medio centímetro. Cuando tengamos la masa estirada con un cuchillo la vamos cortando haciendo formas triangulares, e iremos friéndolas poco a poco hasta que estén doradas.


Las mías están a medio camino entre crujiente y gordito porque no usé el sobre entero de levadura, pero tened seguro que de usarlo entero os quedarán muy tiernas.