Brownie light

Se acerca la Navidad y con ella vienen los excesos: dulces, comidas abundantes, alcohol... Estas cosas pasan factura a todo el mundo, y por eso os traigo una alternativa saludable para que podáis comer rico y sin remordimientos.
Además, esta receta no sólo es apropiada para personas que estén a dieta, sino que también es perfecta para diabéticos (ojo, depende de qué tipo de diabetes) y para cuidar un poco el colesterol.



Os llama la atención, ¿verdad? Debo decir que me permití el capricho de poner un poco de crema de queso también en versión hipocalórica, pero vosotros podéis no poner esto ya que básicamente yo lo hice para la foto.
El sabor de este brownie, aunque menos intenso que el normal, es muy bueno y poco tiene que envidiar a su hermano mayor. Obviamente, al ser light, no va a tener la misma consistencia, no esperéis que sea la panacea, pero ya os digo que entre la tarta de queso de tofu y esto me quedo mil veces con el brownie, y en casa igual.
Para aclararos un poco, el brownie normal ronda las 500 calorías por porción. Sí, sí, por porción. Uno casero tendrá entre 350 y 400 y el de un restaurante supera fácilmente las 500, sobre todo acompañado de helado y nata. Éste, en cambio, tiene entre 90 y 120 por porción, y esta receta os da para más o menos ocho trozos en un molde normal para brownie, tipo plum cake (si es de silicona mejor).

Ingredientes (un poco a ojo):
4 huevos
2 cucharadas de edulcorante líquido
1 cucharada de vainilla
2 cucharadas de aceite de oliva suave
4 cucharadas de leche desnatada
4 cucharadas de cacao en polvo sin azúcar
1 sobre de levadura
1 taza (más o menos cuatro cucharadas colmadas) de harina de trigo integral
1 puñado de nueces y copos de avena

Preparación:
Empezamos, como siempre, calentando el horno a 180º y enharinando el molde (podéis cambiar la mantequilla por un poquito de aceite de oliva). Empezamos mezclando los ingredientes secos y batiendo en un bol los huevos con el edulcorante, y cuando espumen incorporamos la vainilla, la leche y el aceite poco a poco y sin dejar de batir. Por último añadimos poco a poco los ingredientes secos y en cuanto esté todo bien mezclado y tenga una textura espesa (si véis que necesita más harina podéis añadir una cucharada rasa y batir hasta que tengáis esa consistencia, podéis ir añadiendo harina poco a poco ya que dependiendo de tipo de huevo hará falta más harina). Ponéis ahora dentro del bol la mitad de las nueces y la avena y con una espátula las mezcláis con la masa haciendo movimientos envolventes, echáis la masa en el molde y por encima ponéis el resto de los frutos secos apretando un poco con el dedo para que no quede completamente encima, sólo un poco hundido (menos la avena, que es algo más complicado).
Metemos el molde en la zona media del horno y bajamos a 170º mientras hornea. Este proceso también depende del tipo de horno, por lo que tendréis que ir mirando como va. En mi caso lo saqué más o menos a los 35 minutos, así que cuando llevéis media hora de horneado si lo veis casi hecho pincháis con el palillo para ver si sale manchado. Para que tengáis alguna guía, es hora de pinchar cuando los bordes tengan aspecto crujiente y el centro esté blandito y esponjoso.
Llegados a este punto apagáis el horno y dejáis enfriar dentro antes de sacarlo y disfrutar de él.