New York Cheesecake

Antes de que Alemania marcara las pautas a seguir, Estados Unidos era el país más molón de todos y queríamos vivir a lo grande: comer tortitas gigantes, maxihamburguesas, maxibatidos, Starbucks, Apple... Ahora parece ser que todos os volvéis locos con los macarons esos y con las tartas de fondant, que a mí ambos me parecen una guarrada al llevar tantísimo azúcar y tanta insipidez, pero no por ello le quito méritos a los yanquis, porque gracias a ellos existe la codiciada tarta de queso al estilo Nueva York, así ultraespañolizado. No me apetece escribir más porque voy a pedir la cena al chino (¿¡y a mí me que importa tu vida!?, diréis), así que os dejo la receta y cojo el teléfono con la esperanza de que no perdáis la poca credibilidad culinaria que tengo encargando la comida a terceros. En fin.




Ingredientes:
Un paquete de galletas, yo uso Campurrianas
90gr de mantequilla
200gr de azúcar
900gr de queso de untar
200gr de yogur griego sin azúcar
3 huevos
1 cucharada sopera de esencia de vainilla
3 cucharadas soperas de harina
Unas gotas de zumo de limón
1 bote de mermelada de frambuesa o fresa
1 cola de pez (lámina de gelatina)

Preparación:
Empezamos precalentando el horno a 200º. Cogemos un molde desmontable de 22cm, enharinamos la parte desmontable y colocamos en la base papel de horno para poner encima la mezcla de las galletas trituradas y la mantequilla. La base tiene que quedar muy dura, compacta, con la mantequilla bien mezclada con la galleta. La capa no debe ser demasiado fina, pero el grosor ya depende de lo mucho que os guste la galleta.
Ahora cogemos el queso de untar y lo ponemos en un bol, lo batimos un poco para que pierda el espesor y lo mezclamos con el azúcar, vainilla, yogur y harina hasta tener una masa lisa, sin grumos y ligera. Añadimos unas gotas de zumo de limón, no demasiado para que no quede muy ácida, y después vamos añadiendo los huevos uno a uno batiendo con cuidado, poco a poco, para que no haya muchas burbujas. Cuando esté todo listo ponemos la masa en el molde y lo cocemos a los mismos 200º grados durante diez minutos para luego bajar a cien grados durante media hora más. Una vez pasada esta media hora apagamos el horno y dejamos la tarta ahí hasta que se haya disipado el calor y esté a temperatura ambiente. La sacamos y preparamos la cobertura calentando la mermelada con la cola de pez sin dejar que hierva. Cuando la cola de pez esté perfectamente integrada con la mermelada echamos todo encima de la tarta, moviéndola para extender la cobertura bien y la dejamos enfriar a temperatura ambiente. Cuando la mermelada tenga aspecto  y consistencia gelatinosa la metemos en la nevera y, cuando esté bien fría, la sacamos del molde.