Siguiendo la tradición de hacer entradas especiales desafiadoras los días veinte, este mes nos toca dulce (recordad, vamos cambiando tipo de receta) y conociendo un poco más a las bosses sabía que no iba a ser algo sencillo. Este mes nos lanzaron a la aventura, y a los lobos, y al fuego y a todo lo que se puede lanzar encomendándonos la tarea de hacer una tarta Dobos. Me costó un poco conseguir algo decente, pero agradezco a las hermanas Camilni (o Galvinísimas, como las llamo yo) ésta elección, ya que de otro modo nunca la habría preparado.
Puedo prometer y prometo que está buenísima. La combinación entre buttercream de Nutella como relleno y frosting de mascarpone como cobertura fue una gran elección, porque ambos sabores casan muy bien y así no se hace tan pesada. La capa de caramelo, la segunda que hice, también fue un éxito, y como ahora ya sé qué hay que hacer y qué no os lo voy a explicar lo mejor posible para que la hagáis sin errores.
Ingredientes para los bizcochos:
4 huevos
150gr de azúcar glas
150gr de harina
Ingredientes para el caramelo:
100gr de azúcar
1 cucharada de agua
Unas gotas de zumo de limón
Preparación:
Empezamos horneando los bizcochos. Como en casa somos dos hice una tarta pequeña, cortando con un cortador de galletas redondo, así que partí de una plancha que horneé directamente en la bandeja del horno cubierta con papel antiadherente. Simplemente se baten todos los ingredientes, se extiende la masa en la bandeja con la ayuda de una espátula y se hornea a 180º durante 8-10min hasta que la parte de arriba esté dorada. Es importante extender, porque la tarta en sí lleva bizcochos muy finos, yo no lo hice y me quedaron gorditos, pero bueno, esto es al gusto. Sacamos la bandeja y dejamos enfriar. Cuando la plancha haya enfriado procedemos a cortar los discos, que en este caso son seis, y los reservamos mientras hacemos el caramelo, relleno y cobertura.
Si vais a rellenar al día siguiente la mejor forma de conservarlo es colocar los discos uno encima de otro, con papel antiadherente de por medio, y cubriendo todo con film.
El siguiente paso es el caramelo. Para hacerlo calentamos una sartén, y cuando haya cogido calor echamos e azúcar y el agua, bajamos el fuego y dejamos que caramelice sin remover. Primero os quedará raro, como con pegotes de azúcar, pero paciencia porque se termina fundiendo. En cuanto empiece a coger color dorado y se haya fundido, ponemos las gotas de zumo de limón, movemos la sartén para remover (no se pueden usar cucharas ni nada) y retiramos del fuego para que temple.
Mientras el caramelo enfría, vamos rellenando los discos, reservando uno para el caramelo. Lo mejor es que tengáis un aro de repostería alto, o una placa de acetato redonda, para que no se salga nada y quede muy recto, así como una manga para poner la misma cantidad de relleno y que cada nivel esté lo más liso posible. También sirve de ayuda para evitar que se incline sujetarla con palillos de brocheta. Recordad que, al dejar un disco para la tapa, la última capa debe ser de buttercream. Con los discos rellenos, ponemos también una capa fina de buttercream que cubra la tarta, a modo de "antimigas" que nos ayude a que el frosting de mascarpone no se ensucie y quede feo. Cuando tengamos ésto listo hay dos opciones: cubrir al día siguiente o el mismo día. Si es el mismo día dejadlo en la nevera al menos una hora, para que el buttercream endurezca y no se mezcle con el frosting.
Para ir aprovechando el tiempo, con la tarta en la nevera endureciendo el buttercream, hacemos la tapa de la tarta. Cogemos el disco que reservamos y, con el caramelo templado y espeso, lo empapamos bien y dejamos que enfríe. Cuando haya enfriado bien cortamos con un cuchillo caliente a modo de porción, ya que la tarta tiene esta curiosidad. El cuchillo, como os digo, debe estar caliente y engrasado con aceite, spray desmoldante o mantequilla, si no haréis un estropicio. Yo no corté la capa del todo porque me gustaba más así, sólo hice la marca. La colocamos encima de nuestra torre y vamos con el último paso.
Ahora toca el frosting (parece un coñazo de tarta con tantos pasos pero esta parte se hace en nada). Cubrimos bien la tarta, alisamos con un alisador y ahora la decoración. Yo quería usar manga y empleé la técnica "ruffle" con la boquilla 104 de Wilton. Es la primera vez que hago esto, pero creo que me ha quedado bastante bien. El truco consiste en medir el diámetro de la tarta y divirlo en porciones más o menos iguales, marcando con una raya en el frosting para que las líneas que hagamos con la boquilla sean lo más rectas posibles. Ya os aviso que si no hacéis esto, aunque no midáis y hagáis las rayas a ojo, os va a salir torcido, porque se tuerce. A mí me pasó y tuve que hacerlo otra vez. Así que estáis avisados. Para hacer el ondulado tenéis que poner la parte ancha de la boquilla pegada a la tarta y deslizarla lado a lado mientras se sube (tenéis más información en este tutorial).
Está mucho más rica cuando lleva dos o tres días en la nevera. Lamento no tener fotos del proceso pero es que me hice un lío con muchas cosas y entre que tuve que repetir el caramelo porque me salió mal, la capa de arriba que también tuve que volver a hacer porque la fastidié con otro caramelo amargo que parece ser que se quemó, y lo mucho que me frustré porque no tenía tiempo para repetirla no estuve pendiente de eso. Pero ya os digo que se ve mucho más difícil de lo que es, ya que en sí es una tarta a capas finas con caramelo encima.
Probadla, porque os gustará. Y si queréis ver otras versiones preciosas y muy ricas de mano de mis compañer@s del Desafío haced click aquí.